En la planta alta de una librería. A los veinte años, él estaba trepado a una escalera de diseño extranjero, apoyado contra los anaqueles, buscando libros nuevos. De Maupassant, Baudelaire, Strindberg, Ibsen, Shaw, Tolstoi...
La penumbra había empezado a imponerse. Pero, febrilmente, él continuó enfrascado en las letras de los lomos de los libros. Ante sus ojos, más que libros, se reunía el fin de siècle mismo. Nietzsche, Verlaine, los hermanos Goncourt, Dostoyevski, Hauptmann, Flaubert...
Resistiéndose a la oscuridad, se esforzó por distinguir los nombres. Pero los libros se hundían en las sombras. Sus nervios se tensaron, preparándose a bajar. Una bombilla desnuda, directamente sobre su cabeza, se encendió repentinamente. Encaramado en lo más alto de la escalera, miró hacia abajo. Entre los libros se movían los empleados, los clientes. Raro, qué pequeños se veían. Qué andrajosos.
“La suma de toda la vida humana añade menos de una línea a Baudelaire.”
Durante un tiempo, desde la cima de la escalera, los había estado observando.
Akutagawa Ryunosuke, Vida de un loco. Tres relatos, Buenos Aires, Emecé, 2006, Lingua Franca, traducido por Mirta Rosenberg.